Salimos de Medellín en avión para aterrizar
en Santa Marta, nuestro próximo destino.
Allí había reservado alojamiento en Villa
Margarita (en Los Cocos), donde estuvimos genial.
Nada más llegar pedimos que nos hicieran algo
de comer antes de irnos a dar nuestro primer paseo por la zona. Yo me lancé a
por un Pescado Tilapia con crema de coco.
Cuando llegamos a la habitación nos dimos
cuenta que nos habíamos dejado el Relec en Medellín. Justo en el sitio donde
más falta nos hacía estábamos desprotegidos. Así que nos acercamos al ¿pueblo?
y en un puesto al lado de la carretera de Santa Marta conseguimos un repelente que, después de 3 días en la zona
usándolo, podemos decir que lo único que le producía a los mosquitos era risa.
Total...es una zona de fiebre amarilla..pero pensamos
que tendríamos suerte y no nos toparíamos con uno de los malos. Y menos mal,
porque yo acabé con bultos de picaduras por todo el cuerpo, pero al menos no me
transmitieron nada malo (que se pueda demostrar).
No teníamos ganas de meternos en coger buses
esperando a la orilla de la carretera, así que para el primer día realizamos un
plan más relajado y nos fuimos a descubrir la zona y sus selváticas playas.
Estaba nublado, lo cual es una suerte, ya que
en esta zona hace muchiiiiiiisimo calor y muchiiiiisima humedad y al menos el
sol no nos daba de lleno.
Un baño no nos lo quitaba nadie. Las olas
pegaban muy fuerte y después de un refrescón decidimos que podía ser hasta
peligroso, así que ya fresquitos nos salimos del mar y empezamos nuestro paseo.
La playa se encuentra apenas a 15 minutos de
paseo desde Villa margarita y además el camino trascurre entre selva y árboles frutales.
Aprovechamos nuestro paseo y disfrutamos de él
hasta que se nos hizo la hora de volver al hotel a pegarnos una buena ducha y
tomarnos alguno de esos zumos exóticos, o como en mi caso, mi Limonada de Coco,
mi bebida colombiana favorita.
Nuevo día y madrugón para estar en la puerta
del parque de Tayrona a las 8 en punto. Nos habían avisado que se hacen colas
al ingreso y no queríamos perder ni un minuto.
Cogimos el bus y en unos 15 o 20 minutos ya
estábamos en el parque.
Efectivamente se hizo una gran cola y para el
ingreso son lentísimos. Primero tienes que ver un video explicativo de las
normas del parque y luego pasar por taquilla para que te den la pulserita y
entradas. después tienes que coger otro bus que te acerca al interior del parque
desde donde salen las rutas.
Gracias a ser de los primeros no tardamos
mucho en realizar todo el proceso, y a muy buena hora ya estábamos andando por
el parque.
realizamos
la ruta larga por las playas hasta el Cabo de San Juan
Llevaba unas zapatillas abiertas ya que en la
villa me dijeron que con estas iba bien para visitar el parque, me arrepentí de
no haber cogido las zapatillas de montaña, habría sido más cómodo. Acabé poniéndome
las chanclas, ya que pasas muchas zonas de agua o con arena y las zapatillas
abiertas no eran lo más adecuado.
Nos cruzamos en varias ocasiones con indios
Kogui, los habitantes originales de la zona. Antes de irnos de la zona
compraríamos café recolectado por ellos.
Dentro del parque hay varias zonas donde no
se permite el baño ya que pueden ser peligroso, pero en cuanto llegamos a una
donde sí estaba permitido nos dimos un chapuzón.
Y después de varias horas andando y de algún
baño, llegamos a nuestro destino final. El Cabo de San Juan
Habíamos andando bastante tranquilos, en las
playas no habíamos encontrado demasiada gente y nos habíamos cruzado con un par
de turistas y algún indio, pero en el Cabo parecía que se encontraban todos los
visitantes del parque, luego vimos que te puedes alojar allí...ya nos extrañaba
que nos hubiera adelantado tanta gente.
Nos relajamos, descansamos, nos bañamos y
emprendimos la vuelta.
Una maravilla de parque que es imprescindible
visitar. Lo malo es el calor, por lo que hay que ir muy bien preparado. Mucha
agua, repelente (bueno, no el que llevábamos nosotros) y una zapatillas cómodas
para andar.
Volvimos a Villa Margarita en autobús para
disfrutar de lo que quedaba del día.
Tercer día en la zona y teníamos que decidir
si coger el bus hacia Santa Marta o hacía Barranquilla. Nos decidimos por Santa
Marta y fue una muy buena decisión.
Más de 1h de bus. Pedimos que nos
avisaran cuando estuviéramos cerca de la Quinta San Pedro de Alejandrino, ya
que está en las afueras de Santa Marta y habíamos leído que el bus pasaba muy
cerca.
Esta Quinta pertenecía a una familia española,
Don Francisco De Godoy y Cortesia, y estaba dedicada al cultivo de azúcar. La quinta es famosa
porque aquí murió Simón de Bolívar
Es muy curioso que aunque el libertador luchó
contra los españoles se casó con una, la cual falleció a los 7 meses de fiebre
amarilla, y acabó sus días en esta finca rodeado de españoles.
Cuando murió quitaron el minutero del reloj
de la habitación que quedó congelado en la hora del último suspiro del
libertador.
También está en una placa de mármol la última
proclama del Libertador, donde expresa sus deseo de crear esa gran nación
llamada Gran Colombia que se compondría de los países bolivarianos
(Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá)
La quinta acoge también algún
museo de arte local contemporáneo.
Y un jardín botánico.
En definitiva, una visita
interesantísima por la que ir a Santa Marta ya había merecido la pena. Pero no
fue lo único que nos gustó de esta ciudad...
Cogimos un bus que nos llevara al
centro de la ciudad, como no había sitio, el conductor nos dejó sentarnos
delante con él.
Nos bajamos cerca de la catedral. En la Catedral
de Santa Marta estuvo enterrado el Libertador Simón Bolívar durante 7 meses, pero ahora se encuentra en Caracas.
También están los restos del fundador de la
ciudad, Rodrigo de Bastidas, los cuales fueron traídos desde República
Dominicana.
Salimos de la catedral y
empezamos a callejear. Nos encantaba lo que estábamos viendo, la ciudad, sus
calles y el ambiente del centro.
Se hizo la hora de comer y le
habíamos echado el ojo a un restaurante llamado La Perla, donde habíamos
preguntado y sí que cocinaban Cayeye, el plato típico de la zona, que en Villa
Margarita no habíamos podido probar.
Yo me pedí un Cayeye con
Mariscos y Nati un arroz de la huerta con coco, Todo buenísimo.
Al pagar descubrimos que la dueña
de este restaurante era una vasca simpatiquísima con la que mantuvimos una amena
conversación sobre Colombia. Interesante ya que hasta ahora habíamos conocido
las opiniones diversas de muchos colombianos, pero también nos llevábamos la de una
española viviendo aquí.
Otra curiosidad es que Santa
Marta es la ciudad más antigua de Sudamérica. Fue fundad en 1525.
Aquí vienen muchos colombianos a
pasar sus vacaciones por lo que hay tiendas de souvenires, cosa que no habíamos
encontrado fuera de Medellín, No creo recordar haber visto en Bogotá, aunque
seguro que hay.
Aprovechamos para ver el Museo
del oro, que aunque no es tan asombroso como el de Bogotá sin duda merece una
visita.
Y nuestra despedida de Santa
Marta, antes de empezar a buscar un bus que nos dejara en Los Cocos, fue
pastelito y café...no hay que perder las buenas costumbres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario