viernes, 3 de noviembre de 2017

Colombia 2017 - Eje Cafetero

Llegamos a la zona conocida en Colombia como el Eje Cafetero en vuelo desde Bogotá hasta Armenia. Nada más llegar nos fuimos a comer, ya que nos íbamos a una finca de café y no teníamos medio de transporte en todo el día. Comimos el restaurante Rancho Edén y nos pedimos una Cazuela Cuyabra.
Una calabaza que hace las veces de ingrediente y olla para este típico plato que se compone de frijoles, maíz, chorizo, plátano y trozos de la propia calabaza....exquisito.

De postre, también típico de la zona, brevas con arequipe y queso....salimos felices y deseando andar por nuestra finca para quemar las calorías que nos habíamos metido en el cuerpo.
Y llegamos a la Finca de la Colina, donde pasaríamos los próximos días como base para conocer el Eje cafetero, el Valle del Cocora y los pueblos de alrededor.
Nos encantó el lugar y después de dejar los trastos y tomar una limonada recién hecha nos fuimos a andar por los cafetales.
Un paseo genial entre palmeras y plantas de café. La señora de la finca nos explicó algunas cosas aunque nos dijo que normalmente es su marido el que se encarga de todo esto y ahora no estaba. La dejamos con sus labores y nos adentramos todo lo que pudimos por los campos.
Pero el recorrido de las plantaciones se nos quedó corto y aun nos quedaba tarde, así que decidimos recorrer el resto de la finca y salir para investigar los alrededores.
Estábamos rodeados de naturaleza, así que cualquier camino nos valía.
En la finca teníamos hasta piscina...pero en este caso no la íbamos a aprovechar.
Seguimos andando y llegamos a un camino que nos llevaría a un parque, el de los poetas, que habíamos pasado con el coche.
Después de una muy buena caminata volvimos a la finca y descubrimos que no estábamos solos.
Allí viven Lorenzo, un loro orejiamarillo y Piolín un loro maicero.




A Lorenzo le caí muy bien y desde ese momento ya me saludaba todos los días. Cuando le aplaudías daba volteretas y se decía "bravo" a sí mismo para darse ánimos.
Dormimos de maravilla y a la mañana siguiente aparecieron con los willys a por nosotros para ir a descubrir el Valle del Cocora.
Después del accidente no parecía lo más seguro el ir de pie en la parte trasera de estos viejos automóviles comprados después de la segunda guerra mundial a los americanos y que durante muchísimos años han sido los únicos que podían ir por estos caminos. Aun así nosotros no nos lo íbamos a perder y la verdad es que de pie se ve el paisaje espectacular del valle muy muy bien.
Entramos al Parque de la Sierra, donde se pueden observar las cocoras, unos árboles enormes que pueden alcanzar los 70 metros de altura.
La planta del cocora está en riesgo de extinción, por este motivo toda esta zona está protegida. El Valle del Cocora coge el nombre de la hija del cacique Quindio. Su significado es estrella de agua
Una buena caminata hasta subir a una altura desde donde poder disfrutar de la vista del valle.
Antes de abandonar el valle nos tomamos un canelazo con queso, y ya preparados nos fuimos a la preciosa y colorida ciudad de Salento.
En este pueblo, como en otros de Colombia, todas las casas están pintadas para demostrar alegría.
La calle Real subiendo a la derecha tiene las casas de 2 pisos ya que es la zona buena porque está a la derecha de la iglesia. Sin embargo la zona izquierda, que es la mala puesto que está a la izquierda de la iglesia, solo tiene casas de un piso.
Las puertas son muy altas, ya que los hombres entraban a sus casas montados a caballo
En la plaza principal se encuentra un especie de escudo o representación de todos los pueblos del valle. Y mucho ambiente......y como no podía faltar, una estatua de Simón Bolivar
Comimos en el restaurante Camino Real. Una limonada acerezada y una trucha al ajillo y gratinada. 
Salimos más que preparados para irnos a visitar otro de los pueblos que no hay que perderse de la zona. Filandia.
Es curiosísimo como decidieron los nombres de los pueblos de esta zona de Colombia. Todo ciudades europeas o incluso países, como Filandia que se llama así por Finlandia, o Armenia, la capital, que fue llamada con este nombre en honor al país que había sufrido un genocidio por parte de los turcos.
El caso es que fue un placer caminar por estos pueblos tan alegres, con tan buen rollo...
Nos metimos en un bar antiguo donde pasamos un rato hablando con el dueño del bar. Un anciano con mucha sabiduría y ganas de compartir historias e historia de su pueblo con nosotros.












Muy cerca, en la colina iluminada, se encuentra el Mirador de la cono, que fue construido imitando una artesanía de la cultura Quimbaya
No nos fuimos de Filandia sin tomarnos un café del Quindío y varios trozos de tarta. Como no nos quedó mucha hambre para cenar, nos compramos varias frutas para llevarnos a la finca. Entre ellas nos compramos una Curuba.
Nuevo día en el Eje cafetero y hoy teníamos planeado seguir descubriendo pueblecitos de la zona. Nos habían desaconsejado Circasia, pueblo que teníamos pensado conocer, pero que como se nos hizo tarde el día anterior y estaba en sentido contrario lo dejamos  para otra ocasión. Nos fuimos directos a Córdoba.
Llegamos temprano, no había casi nadie por las calles. Subimos a una colina para ver las vistas. Pueblo pequeño y que después de los vistos el día anterior tampoco nos llamó mucho la atención.
El que si nos gustó mucho fue Piajo
Nada más llegar se nos puso a llover. Primero nos cobijamos en la fea iglesia y como esta no daba para mucho nos metimos en un bar lleno de locales y nos tomamos un café y algunos dulces por menos de 30 céntimos.
Un momento mágico de los que recordaremos. Salimos del bar en cuanto paró de llover y subimos una colina cruzando un puente que nos llevaría a la periferia del pueblo. Allí encontramos un barrio que visitamos bajo las miradas de las gentes que se preguntaban seguramente qué es lo que hacíamos allí pero que nos saludaron con una amplia sonrisa.
Volvía a llover, pero poco y no queríamos dejar pasar la oportunidad de recorrer el resto del pueblo. Así que nos pusimos el chubasquero..
La lluvia vació las calles y nos las dejó para nosotros.
Nos hicimos un amigo que nos acompañó durante todo el paseo
Pijao fue llamado así por un indígena que vivió en esta zona y pertenecía a una tribu con este nombre. La ciudad fue denominada slow city ya que no ha crecido en muchos años.
 Nos fuimos encantados de haber conocido Pijao. Nuestro destino era Buenavista y antes de llegar se encuentra el café más prestigioso de toda Colombia. Café San Alberto.
No podíamos irnos de Buenavista sin probar este café...riquísimo y carísimo para los precios de Colombia (y también para los de España).
Buenavista es otro interesante pueblo. Pequeñito y con vistas al valle. 
Me encanta la cultura grafiti de Colombia.
Y llegó la hora de comer y no podíamos irnos de esta zona sin probar el plato típico Sudao montañero con hogao (una especie de pisto). y Almojabana (pan de queso)
paramos en Barcelona en el Estadero de Alberto. Para beber una Club Colombia, que junto con Pokes y Águila son las 3 cervezas colombianas más famosas. De postre un Kumis, una especie de yogur y una Forcha, panela fermentada con harina de trigo y canela.
Aun podíamos aprovechar la tarde y aunque no habíamos pensado ir, decidimos que igual estaba interesante el botánico y mariposario de Camarca.
La entrada nos pareció carísima, pero en seguida vimos que había merecido la pena.
La visita es guiada y por suerte a esa hora éramos los únicos, por lo que pudimos disfrutar de nuestro paseo con tranquilidad.
Es como andar por un bosque, lo que a nosotros nos encanta. La guía nos contaba que para la gente local no es gran cosa porque están acostumbrados y si van al botánico es por el mariposario.
una zona de colibrís y otra de plantas carnívoras.
Y como punto final el mariposario
Pues eso...andar entre miles de mariposas revoloteando a tu alrededor.
pero hay unas muy descaradas que se te posan en la espalda, la cabeza o incluso en la mano.
En definitiva nos pareció que merece mucho la pena esta visita. Vuelta a la finca a descansar ya que mañana salíamos temprano en coche hacía Medellín y despedida de la finca justo a tiempo ya que la tranquilidad se iba a terminar puesto que llegaba un grupo de colombianos que venían a una boda.

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