Nuestros
planes después de Sucre eran los de ir a Potosí, pero tuvimos que cambiar de
ruta ya que los mineros tenían ya asediada la ciudad casi 20 días y no parecía
que la cosa se iba a solucionar inminentemente.
La
suerte nos acompañó y pudimos arreglarlo para que nos llevaran en jeep a Uyuni
y desde allí empezar la excursión de 4 días por el Salar.
En el
camino nos encontramos grandes piedras cortando la carretera que tuvimos que ir
quitando, botellas rotas para que pincháramos y lo peor de todo coches en la
cuneta con las 4 ruedas pinchadas a navajazos por los mineros que habían
decidido, ya que el asedio no funcionaba, salir a las carreteras y cortar
cuantas más mejor e ir dejando a los conductores tirados.
Como en
Bolivia no existe eso de que llamas al seguro y vienen y te recogen, se nos
hacía un nudo en la garganta cada vez que veíamos a un desolado conductor con
las ruedas apiladas pidiendo algo de ayuda....
Pero la
suerte estaba de nuestro lado y salimos de la zona de peligro ilesos.
Por el
camino fuimos conociendo algo más de estas tierras, las llamas, alpacas y
cruzando algún pueblo..todo muy interesante.
Y así,
cruzando tierra árida y dejando Potosí bien lejos, llegamos a Uyuni.
Nuestro
hotel fue el Tambo Aymara, una gran habitación y a 15 minutos del centro dando
un paseo.
Uyuni
no es una ciudad bonita, es casi obligada porque desde aquí salen todas las
excursiones del Salar.
En
Uyuni descubrimos lo que significa el frio del altiplano...solo era una muestra
de lo que nos esperaba...
Muy
cerca de la ciudad se encuentra el Cementerio de trenes.
Conforme
se iba desmontando la vía ferrea se iba abandonando toda la maquinaria en este
desierto.
Ahora
es una especie de museo al aire libre
puedes
subir a los trenes y el paisaje es diferente a cualquier cosa que hubiésemos
visto....sin duda una delicia para los amantes de los trenes y un experiencia
para el resto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario