Viajamos a Senegal con la esperanza de
conocer este país y su cultura y con la emoción de estar en nuestro primer país
de la África negra (Madagascar no cuenta porque son malgaches).
Ya en el avión entablamos amistad con un
senegalés que volvía a casa después de 14 años en España. Por fin había
conseguido papeles y volvía a reencontrarse con su familia. Nos contó lo mal
que lo pasó para llegar a España y que ahora, sin duda, no lo volvería a hacer.
Estaba muy nervioso y la charla y las
preguntas sobre su país que le íbamos haciendo le ayudó a relajarse y que el
vuelo se pasase, a él y a nosotros, más rápido. Espero que le haya ido bien
con el reencuentro con su familia y le sigan yendo bien las cosas en Burriana,
pueblo que ya siente como suyo.
Pues llegamos por la noche y nos estaba
esperando Ibrahim, nuestro guía conductor que nos tenía que llevar por todo el
país a conocer los sitios más remotos y a los que sin él no habríamos podido
llegar.
Y el primer sitio al que fuimos era uno de
los turísticos. El Lago Rosa, aunque el ébola y el islamismo han espantado a
los turistas y actualmente solo franceses acuden a sus hoteles de playa en la
Petite Cote y algunos españoles como nosotros a descubrir los poblados y la
verdadera Senegal. En total menos de 300 turistas al año.
30km desde el aeropuerto y a dormir a El Palal que se encuentra a la orilla del lago.
El Lac Rose no lo vimos muy rosa ya que para
que esto suceda tiene que haber sol y viento y no había ninguno de los 2.
Salimos a dar un paseo alrededor del lago y
ver como se trabaja y comercia con la sal que se extrae del lago. Y es que este
lago es incluso más salado que el mar muerto.
En nuestro paseo llegamos adonde se montaba
el podio del Paris Dakar. Este sitio ha quedado en la memoria de todos los
habitantes de la zona que durante mucho tiempo han vivido de los beneficios que
daba el rally y ahora lo echan mucho de menos.
A pesar de estar nublado y de no poder ver el
color rosa del lago el sitio es muy bonito y es muy interesante como primer
contacto con el país y con su gente.
Es muy curioso que cerca del lago hay como
pequeñas piscinitas de agua que son de agua dulce. Las usan para lavarse
después del trabajo pero proceden del lago salado y están muy cerca...pero sin
un gramo de sal.
Llegamos a la parte alta y cogimos un 4x4
para realizar un rally por las dunas de arena llegando hasta la playa.
Chulísimo ir por la playa con el coche dentro
del agua.
Volvimos al hotel y la idea era bañarse en el
lago y sentir la experiencia de flotar en el agua y no conseguir hundirte por
la cantidad de sal que contiene el agua. Se puso a llover y hacía fresquito y
la experiencia ya la habíamos vivido en el Mar Muerto, así que nos fuimos a la
habitación, organizamos todo y cargamos el coche para emprender viaje...pero
entonces salió un rallito de sol que nos hizo replanteárnoslo todo y acabamos en
el agua pasándonoslo pipa.
Después de una ducha para quitarnos la sal emprendimos camino a Sant Luis donde dormiríamos nuestra segunda noche, paramos en Thies para comer nuestra primera comida senegalesa.La primera Yassa de pescado. Un poco picante pero muy sabrosa.
Pasamos por un bosque de baobabs y paramos para dar un paseo.
estos baobas son diferentes a los que habíamos visto en Madagascar y son los más comunes en todo el continente.
la madera del baobab no sirve una vez que el árbol está muerto, esto ha propiciado que estos arboles no sean atacados por el hombre y perduren convirtiéndose en arboles milenarios.
a mi me parecen muy majestuosos.
seguimos camino hacía Sant Luis, todo era super llamativo, íbamos pasando pueblos y no podía despegar la nariz de la ventanilla.
Y también muchos monos verdes
Primeros días en Senegal...esto promete.
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