4º día
ya en Azores y esta vez íbamos a ir hacia el norte. Solo 22 KM del sur al norte
de la isla, este es el ancho que tiene Sao Miguel. De largo ya son unos pocos
más.
Y el
destino fue Ribeira Grande, antigua capital de la isla.
¡Qué raro! un belén.
La
ciudad está llena de edificaciones históricas y la Iglesia Matriz al final de
unas escaleras parece dominarla.
La vista desde la Iglesia Matriz es de las mejores de la ciudad
Uno de
los atractivos de esta ciudad es el Museo Casa do Arcano, por su singularidad.
Una
monja y santa llamada Santa Margarida decidió representar la biblia en
figuritas para poder de esta forma transmitirla a todo el mundo.
La
verdad es que era toda una artista y han quedado miles de figuritas que ahora
se exponen en este museo, así como parte de sus dependencias y algún cuadro.
Desde
el museo nos acercamos a la costa para ver las vistas desde un par de
miradores.Y de vuelta al centro nos acercamos a la Iglesia Nossa Senhora da Estrelada
Y bajamos para ver su famoso puente desde arriba y desde abajo.
Nuestra
última visita en la ciudad sería la del Convento Franciscano, convertido ahora
en museo.
Nos encantó
Ribeira Grande pero lo mejor estaba por llegar. Nos fuimos con el coche hasta
donde nos pareció que podíamos abandonarlo para empezar una ruta que empieza en
"El Salto del Cabrito" y que es circular.
7,5Km y
2,5h de paseo. Donde dejamos el coche era muy cerca del Salto del Cabrito así que
fue de las primeras cosas que vimos en nuestra caminata.
La primera parte del recorrido es
espectacular, luego se despeja y cambia totalmente pero no deja de ser
interesante. Llegamos a Caldeiras, otro sitio de fumarolas donde además se
preparan los cocidos de los restaurantes de la zona.
Desde Caldeiras el paisaje pasó a ser de valles
verdes con el mar de fondo y muchas vacas...enormes vacas.
Tuvimos que cruzar un río y descalzarnos ya que
no había otra forma. El agua fría nos quitó el cansancio de sopetón y nos
espabiló para poder seguir ruta.
Terminamos la ruta y nos fuimos a comer a
Ribeira Seca, en el restaurante O Silva. Yo me comí una feijoada de gambas que
estaba de muerte y probé una cerveza negra sin alcohol de la zona que me
encantó.
Por este día decidimos que ya estaba bien.
Nos volvimos a Punta Delgada a descansar y mañana sería otro día.
Nuevo día y nuevo destino. Hoy empezaríamos
por Lagoa.
El pueblo es completamente alargado y no
teníamos muy claro si estábamos en el centro no cuando dejamos el coche al lado
de la Iglesia Matriz.
Resultó que no. Andamos un rato hasta llegar
a lo que parecía el centro, visitamos otra iglesia y seguimos andando hacia la fábrica
de cerámica que es lo que principalmente nos había traído a Lagoa.
entrada
gratuita y te dejan pasearte por la fabrica y cotillear todo lo que quieras
Nos volvimos al centro para visitar el
Convento Franciscano.
Nos lo abrieron para nosotros...todo un lujo.
Muy cerquita se encuentra Agua da Pau, en
este pequeño pueblo hay una casa museo muy interesante.
Uno de mis sitios favoritos fue el Porto de
Ira. Cuando vas bajando parece que vas a acabar con el coche en el mar. Un
sitio fantástico para pasarse algún tiempo contemplando el paisaje.
Y otro de los platos fuertes del día era la fábrica
de te Cha Gorreana.
Al igual que la fábrica de cerámica, esta
también la visitas por tu cuenta, gratis y además puedes tomar el té que
quieras.
Pero lo mejor no es en sí la fabrica (que
está muy bien) sino el recorrido que hay por las plantaciones de te.
unas 2h de caminata que merecieron mucho la pena, incluso aunque casi terminando se puso a llover.Son las plantaciones de te más bonitas que he visto y he estado en algunas cuantas...
Bueno, se hacía tarde y queríamos volver a
Punta Delgada para intentar de nuevo ver las plantaciones de piñas Arruda, así
que nos volvimos y por fin conseguimos visitarlas.
de nuevo visita gratuita y a tu aire para que
te pases sin miedo por donde quieras.
Y como nos quedaba algo de luz decidimos
pasear hasta los jardines de Antonio Borjes.
Unos jardines muy bonitos que terminaron por
agotarnos..así que al hotel a descansar y luego una vuelta por la ciudad, sobre
todo porque quería ver la puerta sin un tablao detrás.
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