Después
de comer nos fuimos directos a La Catedral, ya que la abrían solo de 14:00h a
16:00 y no podíamos dejar de visitarla.
Se
comenzó a edificar el Día de San Jacobo de 1211 por Albert von Buxhoeveden,
quien se convirtió en su primer obispo. Mezcla de estilos románicos y góticos.
En
su interior hay un museo donde entre otras cosas puedes ver la veleta original
Después de la visita a la
catedral, fuimos a ver el museo de la ocupación que también estaba cerrado a
pesar de que era uno de los pocos que según la guía abría hoy, decidimos hacer
un recorrido marcado en la guía en la que te explicaba algunos de los símbolos
de la ciudad.
Paseamos
por la orilla del río y nos adentramos hasta un viejo convento, una especie de
laberinto de casas en el centro de la ciudad.
Llegamos
a la plaza donde se encuentra uno de los símbolos de la ciudad, el Gato negro.
Voy a
intentar contar la historia de este gato según lo que pudimos leer allí.
Un
comerciante que quería entrar el Gremio fue rechazado y como venganza decidió
colocar un gato negro en lo alto de su casa apuntando con su cola el edificio
del gremio, cosa que parece les molestó lo suficiente (supongo que por tema de
superstición) para admitir al comerciante a cambio de que girar el gato para
que cola no apuntase hacia el edificio.
Paseando
por la plaza encontramos un edificio que era en centro cultural y aprovechamos
que estaba entrando gente para colarnos y poder verlo por dentro.
Iban a
dar un concierto de piano y esto nos facilitó el poder ver incluso el salón
principal.
Otra cosa interesantísima de Riga son sus restos de muralla
En una de sus torres se encuentra el
museo de la guerra
La
muralla de Riga se comenzó a construir ya en el siglo XIII cuando se fundó la
ciudad en 1201 y ya casi cuando se terminó de darle los retoques finales,
comprobaron que ya no era necesaria y por lo tanto la destruyeron. A mediados
del siglo XX cuando se empezaron las reconstrucciones después de la II Guerra
Mundial, se descubrieron algunos fragmentos de la muralla y decidieron
reconstruir alguno de ellos.
Paseamos a orilla del río para acabar la tarde.
Fuimos a ver atardecer al río y allí gastamos nuestra típica madalena que habíamso comprado en el mercado. Las gaviotas lo agradecieron...
Al día siguiente dejamos Riga con la sensación de que algún día volveremos.