Fuimos en coche desde Bogota hasta Villa
Leyva. 5h de coche que no se hicieron para nada pesadas.
Era el 7 de agosto, el "Día de la Bandera", cuando los colombianos celebran la Batalla de Boyacá. En la carretera pasamos
cientos de militares, policías, tanques etc.
Se ha quedado como tradición, que cuando un
conductor pasa por delante de un militar o policía, este le hace una señal con
el dedo hacia arriba si más adelante la cosa está controlada, y hacia abajo si
más adelante te puedes encontrar problemas. Pese a que la situación ha cambiado
esta tradición se mantiene y por suerte nos encontramos solo dedos hacia
arriba.
Nuestro conductor nos contó cómo se vivió la
situación en Bogotá. Nos dijo que esta ciudad está llena de centros comerciales
ya que no podían salir de la ciudad para divertirse.
Otro colombiano que no está de acuerdo con el tratado de paz, no le parece justo que aquellos que han violado, saqueado y matado ahora estén libres e incluso cobrando una paga.
Otro colombiano que no está de acuerdo con el tratado de paz, no le parece justo que aquellos que han violado, saqueado y matado ahora estén libres e incluso cobrando una paga.
Pasamos por el puente de Boyacá donde se
libró la famosa batalla, pero no paramos ya que estaba el presidente en ese momento
liderando las celebraciones y era poco menos que imposible.
La batalla de Boyacá fue en la cual Simon
Bolivar liberó Nueva Granada del yugo español y nos mandaron para casita.
Llegamos sobre las 11 de la mañana a Villa Leyva, dejamos las cosas en nuestro hotel, el Hotel Getsemani. Confortable, tranquilo y personal muy atento. No se puede pedir más.
Al principio esta ciudad no se encontraba ni
en los mapas, por lo que estuvo muchas décadas sin evolucionar. A demás el
pueblo contaba con algunos terrenos cosechables que debido a que casi nunca
llovía se llegaron a secar. Entonces los hombres, para poder ganarse la vida, dejaban
el pueblo y sus mujeres durante 6 meses al año para poder trabajar en otros
lugares y traer algo que echarse a la boca, ¿Qué ocurrió? pues
que no habían manos para construir en el pueblo, solo mujeres y niños, por lo
que el pueblo durante mucho tiempo no se construyó ni una sola casa. Esto ha ayudado a
que el pueblo se conserve tal y como era y haya llegado a nuestros días siendo
un núcleo histórico completo. Por supuesto, posteriormente se ha construido, pero
ya existían normas reguladoras para que todo nuevo edificio tenga la misma
arquitectura.
Tiene la plaza colonial más grande de
Colombia. Estos días la ocupaban los niños con sus cometas ya que es tradición
en todo el país volarlas por estas fechas.
Nos comimos una bandeja boyacense en el Restaurante Olivo verde y nos recogieron para llevarnos a varios sitios que queríamos visitar de los alrededores.
Nuestra primera parada fue El Infiernito (parque arqueológico Monquirá)
30 grandes columnas de piedra con forma fálica. Aunque nuestra guía Ángela nos explicó que lo de que son
formas fálicas es realmente una suposición.
Los restos tiene al menos 2200
años de antigüedad, lo que quiere decir que son anteriores a los muiscas. Y
sobre los muiscas nos contaron una leyenda que nos gustó.
Cerca de aquí se encuentra la Laguna
Iguaqué. Esta laguna era sagrada para los muiscas ya que de ella surgió la
diosa Bachiné con un niño en los brazos, el dios Bochicá.
La diosa esperó a que su hijo
creciera lo suficiente para casarse con él y de esta forma engendrar al primer
humano. Así que según los muiscas, en esta laguna es donde dio comienzo la
humanidad..
Y de allí al Monasterio de Ecce
Homo
Este monasterio lo construyó el
colonizador Mayorga para su hermana que era monja dominica. Lo construyó con la
condición de que el monasterio se dedicará a un cuadro que él había traído de
Roma, un Ecce Homo. Actualmente todos los cuadros que hay en el monasterio son
réplicas ya que la gente robaba los originales.
Y la siguiente parada fue la Casa terracota.
Una casa enteramente construida de barro que ha habido que ir cociendo por partes con paneles
de carbón . Ni más ni menos que 16 años lleva construyéndose.
El dueño empezó a construirla con la
intención de vivir aquí, pero finalmente debido a la expectación y de que
finalmente se ha convertido en una atracción turística, ya que todo el mundo
que se entera de su existencia quiere verla, se mudo a visir a una pequeña casa
anexa a esta.
Sin duda una maravilla de casa, original y
creativa que salvando mucho las distancias nos recuerda un pelín a Gaudí.
Nos volvimos a Villa Leyva a terminar la
tarde, bebernos un canelazo y seguir paseando aprovechando la luz.
Pasamos por la calle del silencio. En esta
calle se encuentra el Monasterio de las Carmelitas descalzas.
Nos contaron que la calle del silencio no
siempre ha tenido este nombre. Esta era la vía de entrada de la ciudad y por lo
tanto era la calle con más comercios y vida. Esto no gustaba mucho a las
carmelitas ya que había mucho ruido y alboroto a todas horas, así que empezaron
a divulgar leyendas sobre brujas y malos espíritus. En poco tiempo la gente
empezó a tener miedo de pasar por esta calle en cuanto anochecía y esto
propició el cierre de comercios y que esta que era la calle más bulliciosa de
la ciudad se convirtiera en lo que es hoy. La calle del Silencio. Nuestra guía
nos contaba esta historia y nos decía que incluso hoy en día la gente da un
rodeo para no tener que pasar por esta calle.
Vuelta al hotel para un descanso y salida a
cenar. Yo no quería dejar pasar un día más sin probar el Aborrajado. Plátano
frito con relleno de queso y bocadillo (dulce de guayaba). Buenísimo. Conseguimos
que nos lo prepararan aunque tuvieron que ir a buscar los ingredientes. También
nos pedimos una mazorcada. En definitiva...cenamos como muiscas.
Un nuevo día en Villa Leiva. Hoy habíamos planeado
descubrir otros pueblos y zonas alrededor de Villa Leyva y el primer destino
creo que vamos a tardar mucho en olvidarlo (y no por lo bonito que era).
Primera parada Paipa
Llegamos a su plaza principal y vimos que la
iglesia estaba cerrada. Así que dimos una vuelta a la manzana buscando alguna
entrada al recinto hasta que encontramos la secretaría de la iglesia. Después
de esperar que una señora pagase alguna misa por algún familiar pedimos a la
amable chica del mostrador si nos podía dejar visitar la iglesia por dentro y
para nuestra sorpresa nos dijo que sí. Nos acompañó dentro y nos dejó a nuestro
aire.
Terminamos nuestra visita a Paipa dando una
vuelta por los alrededores de la plaza. Realmente no tiene mucho más interés
esta ciudad.
Nos subimos al coche, giramos 2 calles y
tuvimos un accidente con voltereta incluida. De esto me llevo de recuerdo una nariz torcida y de algunas
situaciones que, ahora que todo ha pasado, fueron de lo más peculiares e
incluso algunas de ellas divertidas.
Acudió muchísima gente a ayudarnos, nos
sacaron del coche por el maletero y cuando estuvimos fuera le dieron la vuelta
al coche para ponerlo de nuevo en su posición horizontal. Una chica joven nos dijo cuando nos estaban sacando "soy de Bogotá, dadme a mí las cosas de
valor que yo os lo guardo", en ese momento estábamos aun en shock y le
dimos las cosas, luego nos explicaron que en estos casos acude la gente como
moscas, no para ayudar sino para ver que pueden coger. Esta chica nos guardó las cosas y nos las dio
después. No sé si será como nos contaron pero en cuanto salimos del coche la
gente se acercaba preocupada e incluso a mí me vino un hombre y me ofreció su
casa para poder lavarme la sangre que tenía por toda la cara. Subí y me
encontré con 2 señoras en batín que no hacían más que echarse las manos a la
cabeza y clamar al cielo. En definitiva...todo el mundo muy amable y con
intención de ayuda.
Ambulancia y para el hospital donde nos
encontramos a un guardia de tráfico que tampoco olvidaremos. Nos reímos
bastante con él y pasamos el rato de espera de pinchazos y radiografías hablando
de su pueblo y de Colombia. En definitiva me quedo con la amabilidad de la
gente y con que no pasó nada que no pudiéramos solucionar con un día de hospital.
No nos fuimos de Villa Leiva sin visitar el
Pantano Vargas
Aquí se enfrentó en batalla Simón Bolívar y
el general Barreiro. Bolívar daba la batalla por perdida ante los españoles,
pero entonces parecieron 14 jinetes que le dijeron que ellos aún no habían
empezado a luchar. Arremetieron contra el ejército español, descalzos y solo
con sus lanzas y sus caballos. Ellos en forma de punta y en medio pusieron 300
caballos salvajes. De esta forma pisotearon al ejército español muriendo solo
uno de los jinetes.
La siguiente parada fue el Pueblito
Boyacense.
Una especie de Pueblo Español de Barcelona,
donde se representa la diferente arquitectura de los pueblos de la zona. Como
no nos iba a dar tiempo a verlos todos esta fue una estupenda opción para
conocerlos.
Última noche en Villa Leyva y cena en el
restaurante Gauca con música en directo.
Nos despertamos tempranísimo ya que teníamos
que volver a Bogotá para coger un avión y debido al accidente no habíamos
podido visitar uno de los pueblos que más nos interesaba. Raquira
Es uno de los pueblos más bonitos de Boyacá
debido a la decoración y pintura de sus casas. Llegamos sobre las 5'30 de la
mañana, así que paseamos solos por esta ciudad que imagino que a otras horas
está plagada de turistas.
Aquí
conocimos algo sobre la leyenda del Dorado. Procede de la laguna Guatabita (nos
encanta el nombre). El nuevo cacique iba adornado todo de oro, incluso llevaba
polvo de oro por la cara y las manos. Se subía a una barca también llena de objetos
y adornos de oro y se tiraba a la laguna mientras que desde la orilla los
indígenas contemplaban el rito y cómo el sol reflejaba en el oro. Esto lo
hacían para devolver a la laguna y a la tierra el oro que a esta pertenecía
Y desde Ráquira coche de nuevo para llegar a
El Dorado y coger nuestro avión hacia Armenia.