Desde Zúrich este pequeño país está a solo
1h30m, por lo que no perdimos la oportunidad de visitarlo. La verdad es que
mereció mucho la pena, maravillosos paisajes completamente nevados, montañas y ríos...
La capital es Vaduz, pequeña acorde con el
tamaño del país. Nadie podría decir que nos encontrábamos en la capital de un
país, tranquilidad absoluta, casi ni un alma por las calles.
La primera visita fue a el Castillo del
Príncipe. No se puede visitar ya que parece que es residencia real.
En algún momento se abrió la puerta y como
habíamos visto que había un vigilante que nos había visto pensamos que igual se
podía pasar...pero no era así, es que salía un coche.
EL castillo se ve desde el centro de la
ciudad dominando la ciudad.
La ciudad tiene una calle principal y
turística en la que se encuentran los principales edificios y museos.
Preguntamos en la oficina de turismo donde
nos recomendaron un par de ciudades para visitar y también nos dijeron donde no
ir ya que no hay nada turísticamente hablando.
Hicimos el recorrido de la calle, pasamos de
los museos, nos recreamos en una famosa chocolatería y acabamos en un mercado
artesanal.
Enfrente del museo una inconfundible estatua de Botero
compramos algunos dulces y probamos todo lo
que nos dejaron..
Y una vez terminada la visita, interesante y
singular, a Vaduz, partimos hacía la siguiente ciudad donde además nos habían
recomendado comer por su cantidad de restaurantes y buena cocina.
Y así llegamos a Malbun
Rodeada de montañas y pistas de esquíes, solo
por las vistas ya merece la pena acercarse a esta ciudad que se encuentra a
unos 1500m de altura.
Comimos en restaurante perteneciente a unas
hermanas austriacas, la camarera que era una de ellas hablaba español y era súper
simpática.
La cocinera era de Sevilla, la madre del novio
de la camarera austriaca. La comida estuvo muy bien, probamos varios platos
típicos. Nos dimos cuenta que tenían un salón aparte que representa una casa
típica y pedimos trasladarnos allí, no hubo problema y pudimos disfrutar no
solo del genial salón sino también de la tranquilidad de estar solos.
Paseamos por el pueblo después de la comida.
Estaba totalmente nevado, incluidas carretera y calles.
Nos acercamos a las pistas de esquí y a una
pista de patinaje....precioso.
Y la siguiente parada tenía que ser Steg
Habíamos pasado este pueblo de camino a Malbun y decidimos que a la vuelta pararíamos
El motivo es obvio
Visitamos su iglesia principal y asistimos a una ceremonia muy curiosa
en la puerta de la iglesia el cura y los monaguillos daban vueltas a unas maderas que hacían un ruedo estruendoso del tipo de una tamborada
Y con este ruido en mitad de la paz y tranquilida del lugar nos despedimos de Liechtensteins para regresar a Suiza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario