Aprovechamos que este año San Blas cayó en
lunes para alargar un poco más el fin de semana e irnos unos días a visitar una
de las ciudades más bonitas del este de Europa.
Si ya es una ciudad bonita, añade más
esplendor a esta ciudad la nieve por lo que definitivamente y a pesar del frío,
creo que fue una gran idea visitarla en febrero.
Reservamos
una apartamento justo al lado de la plaza del mercado, La Fontaine
una buena elección por la situación y por lo
bien que estaba el apartamento en el que como en todos los locales de esta
ciudad hacía muchísimo calor (no tienen medida con la calefacción en este
país).
Nos situamos y salimos a nuestra primera
cena, una sopa de cebolla deliciosa a solo unos pasos de nuestro apartamento y
dumplings típicos rellenos de carne y otros de queso y almendra que tuvimos que
pedir para llevar...imposible comérselo todo, pagamos la novatada de pedir 2
platos, ponen muchísima comida......el precio baratísimo como todas las comidas
que hicimos en este viaje.
Salimos a dar nuestro primer paseo y a
ilusionarnos con el centro de Cracovia, que a pesar de no estar excesivamente
iluminado, ya nos dejó encandilados desde el primer momento.
Nos fuimos a dormir, se había hecho tarde y
queríamos aprovechar el sábado para ver tantas cosas como nos fueran posibles.
y el primer desayuno fue en Bonerowsky palace un precioso hotel en el que desayunamos como reyes..
Empezamos por el Castillo de Wawel
la vista es majestuosa conforme te vas a
cercando
lo primero que te encuentras es la catedral
del mismo nombre.
Una cosa curiosa es que en la entrada hay
colados unos grandes huesos de animales prehistóricos que según dice la
leyenda, mientras cuelguen de la entrada la catedral seguirá en pie.
enfrente de la catedral una estatua de Juan Pablo II que nació en esta ciudad está presente en casi todos los edificios religiosos.
SUbimos a ver la campana de Segismundo uno de los reyes de Polonia.
Cuando salimos seguimos visitando el castillo
con sus edificios y sobre todo sus vistas al Vístula que estaba casi congelado
y lleno de cisnes y patos.
A orillas del Vístula está el famoso dragón,
cuenta la leyenda que esta ciudad se fundó sobre la cueva del dragón. Todos los
días, el malvado dragón dejaba tras de sí un rastro de destrucción a través del
campo, matando civiles, saqueando sus casas y devorando su ganado. En muchas
versiones de esta historia, el dragón disfrutaba especialmente comiendo chicas
jóvenes y solo podía ser apaciguado si los ciudadanos dejaban una chica joven delante
de su cueva una vez al mes. El rey desde luego, quiso parar al dragón, pero sus
valientes caballeros cayeron ante la llama de su aliento.
Todas las chicas de la ciudad fueron
sacrificadas menos una, Wanda, la hija del rey.
En su desesperación el rey prometió la mano
de su bella hija en matrimonio a quien lograse derrotar al dragón. Valientes
guerreros venidos de lugares cercanos y de los más remotos lucharon por el premio
y fracasaron.
Un día, un pobre aprendiz de zapatero llamado
Skuba Dratewka aceptó el desafío. Rellenó un cordero con azufre y lo dejó
delante la cueva del dragón. El dragón se lo comió y pronto empezó a tener muchísima
sed. Se dirigió al río Vístula para aliviar su sed y bebió y bebió.
Pero no había agua suficiente que pudiera calmar
su dolorido estómago. Tras inflarse de beber medio Vístula, explotó. Dratewka
se casó con la hija del rey, tal y como éste le había prometido y vivieron felices
para siempre.
Así que bajamos del Castillo para dar un
paseo por a orillas del río y entretenernos dándole de comer a los patos y
cisnes que por cierto son un montón.
Y
siguiendo el río llegamos al barrio judío, antiguo gueto cuando la ocupación
nazi.
Y como
hay que amoldarse a los horarios de cierre de los museos nos fuimos directos y
sin hacer paradas en los templos a la fábrica de Schindler que hoy alberga un
museo que como todos los del tema pone los pelos de punta...
Salimos ya de noche del museo, y como a pesar
de la oscuridad no era todavía tarde, intentamos visitar la Farmacia antigua
que se encontraba ya cerrada, en frente de esta una plaza con 33 sillas grandes repartidas por el interior de la plaza y 27 sillas
pequeñas que rodean el perímetro exterior.
Las sillas representan todo el mobiliario que
los judios trasportaban en los numerosos traslados forzosos a los que los nazis
obligaban. Destacando siempre las sillas por el número de ellas y que en la mayoria
de los casos eran llevadas por los niños.
de la
plaza y después de volver a cruzar el puente fuimos basílica del Corpus Cristi
que se encuentra en este barrio. Estaba completamente apagada aunque se podía
acceder por lo que decidimos volver al día siguiente a verla con las luces encendidas.
Como el
resto de basílicas de la ciudad merece de una visita.
Durante la invasión sueca (los polacos fueron invadidos por
todo el mundo) el interior del templo
fue saqueado y quedó prácticamente devastado, pero fue restaurado de forma
minuciosa y actualmente es uno de los templos barrocos más bonitos del centro
de Europa.
Aún tuvimos tiempo de ver la sinagoga de Isaac ya que
estaban de celebración, por ser sábado, y nos colamos. Nos echó un judío
uruguayo con mucha amabilidad, eso sí.
Y ya de vuelta al centro decidimos entrar en temperatura y
tomarnos un vino caliente, tan típico del este de Europa.
A día siguiente queríamos empezar el paseo callejeando un
poco por el centro, entrando al mercado y luego ir a ver algunas de las
sinagogas que habíamos elegido y sobre todo el cementerio judío
El mercado es una maravilla por fuera y también por dentro
aunque ahora alberga tiendas de suvenir.
Lo que es ahora el mercado antiguamente era la Lonja de
Paños.
Es una plaza con mucha vida y a pesar del frío te puedes
encontrar un puesto de flores como una engalanada calesa paseando a un par de
turistas.
De esta plaza queda un agrio recuerdo ya que los nazis la
usaban para las ejecuciones públicas.
en la plaza una obra de una artista local, Eros Atado, llama
la atención al lado de la Torre del Antiguo ayuntamiento
La torre tenía que formar parte del ayuntamiento pero como
esté fue destruido quedó sola y de ayuntamiento solo queda el nombre.
Pasamos por la basílica de los dominicos en la que el día
anterior habíamos coincidido con un grupo de ellos cantando.
De camino al Barrio Judío nos encontramos de nuevo la
Iglesia de San Pedro y San Pablo, pero primero juasto al lado la Iglesa de San Andrés.
Respecto a la Iglesia de San Pedro y San Pablo los Jesuitas
gastaron más dinero del esperado en la decoración de la fachada y en las
atractivas esculturas de los doce apóstoles colocadas en la verja exterior, por
lo que el resto del templo fue construido de un modo más austero utilizando
ladrillos.
El interior del templo es mucho menos impresionante que su
fachada.
Y llegamos a la Sinagoga Remun que es la que alberga el antiguo cementerio judío
Curiosa la tradición de llevar una piedra en lugar de flores
Del Cementerio
Judío fuimos a la que es sin duda la más espectacular sinagoga en Cracovia, La
Sinagoga Tempel.
Fue
usada por los nazis como establo, pero esto no pudo con el edificio que después
de algunas reconstrucciones hoy es una de las imprescindibles visitas de esta
ciudad.
Lo
bueno de hacer turismos en estas fechas es que tenemos las sinagogas,
basílicas, museos etc para nosotros solos, nada de grupos de turistas siguiendo
un paraguas paraguas...un gustazo.
Después,
comida super típica en un restaurante
muy tradicional llamado Chata.
Y sin
perder tiempo a la Basilíca Santa María, ya que al ser domingo solo abría por
la tarde.
Fue
construida en 1355
por los vecinos de Cracovia para rivalizar con la Catedral de
Wawel, la construcción hecha de ladrillos duró todo el siglo XIV
con tres naves y dos torres cuadradas que fueron acabadas en los años 1400 y 1406. La más alta (80 m),
acaba con un casco gótico puntiagudo y fue adornada por una corona dorada en el
1666. Lo curioso de esta
basílica es qeu cada torre tiene una altura diferente.
Desde
la parte superior de esta torre cada hora, cada día del año, un trompetista
toca el Hejnał mariacki, una melodía tradicional polaca
que además se transmite a mediodía a través de la radio en todo el país.
Esta
tradición se hace para conmemorar que en el siglo XIII
un trompetista fue asesinado por un disparo en la garganta mientras hacía sonar
la alarma antes de que llegara una invasión mongola.
Por esto se la conoce como la torre Hejnał. La torre más baja (69 m).
En la
misma plaza del Mercado, en medio y como sin venir a cuento, hay una iglesia
que es La Iglesia de San Adalberto, o Iglesia de St. Wojciech.
Es una
de las iglesias en piedra más antiguas de Polonia. Sus casi mil años de
historia antigua se remontan al comienzo de la arquitectura románica polaca de
comienzos de la Edad Media.
Seguimos nuestro paseo hasta la zona de las universidades,
donde se encuentra el Collegium Maius (Colegio Mayor).
Una de
las atracciones más especiales del Collegium Maius es su antiguo reloj
localizado en el patio, en el que cada dos horas tiene lugar un peculiar
desfile de tallas de madera acompañado por una agradable melodía.
Nosotros
no podíamos tener más suerte, ya que llegamos justo cuando el desfile sin
haberlo calculado (ya que la verdad es que aunque lo había leído ya no me
acordaba de este dato)..
Seguimos
paseando por el centro de la ciudad.
Entramos
a una iglesia que se encuentra muy cerca de la Basílica de Santa María, sobre
todo llama la atención la fachada exterior.
En esta
ciudad siempre encuentras un rincón que te llama la atención.
Era un buen momento para entrar en calor y
entramos en el más antiguo café de toda Polonia Jamamichalika, nos tomamos un
coctel mientras nos deleitaba un pianista.
Un
remate fantástico a la tarde.
y para terminar el día una sopa dentro del pan.
otra de
las partes interesantes de la ciudad es la parte de las murallas donde se
encuentra la Barbacana.
Lo que creíamos que era la opera resultó ser un teatro
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